lunes, 29 de julio de 2013

Elena y la vanguardia / a la vanguardia

Ya me encargo yo. Y lo que era una declaración de buena voluntad, se convirtió en una hostia en todos los morros, en una nueva zancada para el siempre voluble mundo de las tendencias. Elena con sus manitas, sus ideas y los materiales que encontró por casa, se cargo de un plumazo lo que tenía visos de ser ya una corriente asentada e imperecedera: el Cuquismo. ¡A cascala  el mundo de los lacitos, el Washi Tape, las tipografías cuidadas, los sellos carvados en ratos muertos frente al televisor y demás handmade del momento!. Y es que las cosas cada vez duran menos. Pero ella le dio la patada.

La tarjeta de cumpleaños de Rqlcas fue el manifiesto del Post-Cuquismo. Una epífania de esta sociedad de principios del XXI condenada a la novedad perpetua. Porque la vanguardia siempre ha consistido en empujar los límites de lo que se acepta como norma. Alterar las estructuras, abordar temas tabú, desordeanar los parámetros… y eso fue lo que hizo Elena. Ponerlo todo patas arriba. El fondo y la forma, con dos bolas de navidad.

¿Sorprendidos? Sí pero no. Porque ya había demostrado aptitudes en alguna de sus anteriores reencarnaciones. Como por ejemplo con su tímida inclusión en la poesía. Esa en la que estuvo en la puerta y cuando apartó la cortina con el dorso de la mano, alguien le llamo desde la otra punta de la calle y para tristeza de algunos… prefirió recular. Y es que como buena vanguardista que es, se empeña en rechazarse a sí misma. Elena busca el silencio. Pero antes su propia autodestrucción. Sigue la máxima de Rimbaud «Hay que cambiar la vida» y lo hace como solo ella sabe hacerlo. Como le da la gana.

1 comentario:

Elena dijo...

Ya ves y casi suspendía en manuales... si es que hay tanta incomprensión...
besos
pd. me alegra que no hayas mostrado la tarjetica, así cada uno se la imagina.