sábado, 19 de mayo de 2012

A veces lo veo todo claro

Yo descubrí esa línea en tu espalda

Mi estupidez es ilimitada. Siempre lo intuí, no puedo decir que me sorprenda. No hay Micro que valga. Ceno viendo El Apartamento y me oigo pronunciar en voz en alta la promesa de probar el Daikiri helado, antes de ingresar en el monasterio. Esta tarde cuando el sol ya se ponía he descubierto una fila de hormigas por mi cocina. Las miro con envidia marchar en su ordenada existencia. Hasta que en un brote colérico decidido barrerlas. Salgo a buscar la escoba justo en el momento que se desata la tormenta. Acato el rugido protector y decido seguir con con la Ley 12/2001 del 2 de julio, de la infancia y la adolescencia en Aragón. One of the best musical comedies of our times. No lo dice la ley, si no François de la Rochefoucauld (s. XVII) pero; es más vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos. Hablo con ella y siento una profunda afinidad generacional. Generación desnortada. Después estaban todas esas gaitas. Facebook ya está en Wall Street y yo sigo sin tener un perfil. Ni un frontal. Por no tener no tengo ni siquiera una opinión formada sobre los snacks japoneses, o chinos que ahora todo es chino… hasta lo japonés. A single man. El Twitter y el Apalabrados son mis mayores vínculos con la sociedad estos días, en los que paradójicamente Grecia puede cambiar la pregunta. En el Babelia del sábado pasado leo que: cambiar de respuesta es evolución, cambiar de pregunta es revolución. Por la ventana se cuela la música de las atracciones infantiles. Son las fiestas del barrio. Intento terminar de leer las reflexiones de Gil Calvo sobre el pesimismo que desata la crisis, pero el pesimismo me puede. Vete a la ducha. Ponte a silbar. 

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