viernes, 24 de junio de 2011

Tengo la casa llena de aloes

Quedar para ir de rebajas, aunque vayas a tiendas donde no han empezado, no tiene precio. Juntarse con la Puisac family casi al completo en la esquina de Mango y que la matriarca te cuente que conoce a alguien que ha enmarcado la foto de Norma Duval que regalaron en la inauguración de Punto Roma (donde también regalaron una flor y una bufandeta), tampoco tiene precio. Comer en el escenario de una especie de teatro, escoltados por dos grandes ventiladores y un enjambre de amables camareros, sí que tiene precio 11.50€. Que Eleni Jamón, te mandé un articulo de Ray Loriga en el que descubres que estas haciendo últimamente exactamente lo mismo que él, te deja de piedra. Ver a la hija de Anabel en la portada del Altoaragón, debajo de una mesa colgada del techo, te saca la sonrisa. Escuchar a tu compañera de oficina decir "Lo peor de estas cosas… es estar en medio, que ni picha ni floja”, te saca la carcajada. Querer ir a Por Aventura o al Aquarpark y que tu prima organice una cena familiar con visita a la Sagrada Familia, es una putada. Comprarte los ya tradicionales calzoncillos de después del examen y que te vengan pequeños, es ser un poco cortico. Haber acabado parte de tus obligaciones y que aún así el día no te “cunda” para todo lo que tienes que hacer es señal de que algo no funciona. Que tengamos tanta gente en el hospital estos días, es una putada. Estar todo el día entorno a los 35º también. Comer ganchitos con champan rosé, celebrando el cumpleaños de Cristina, sobre el tejado del ayuntamiento con la catedral de fondo, es un manera cojonuda de dar la bienvenida al verano.

2 comentarios:

Mme. Boulangerie dijo...

No sé si me importa más estar con 35 grados o 35 años rondando, lo que sí no tiene precio es la alegría de veros a todos de repente... o sea que comisteis bien allí? pues hala, otro día lo pruebo yo con vosotros...

marta dijo...

si la MasterCard te quisiera contratar no tendrías precio.
besis mil